Hola amigos, hoy os voy a comentar una cosa que a mí me hace pensar.
Hay una bodega, a la cual respeto, que está venga decir en su publicidad.
Celebremos el día más importante de Usa, con una cata de vinos.
Creo que nos estamos pasando, nos han metido el «Halloween», y hemos perdido «El día de todos los Santos», en Madrid y algún otro lugar, celebran «Acción de Gracias», Y digo yo, con todos mis respetos ¿Qué nos importa a nosotros el día de Acción de gracias?, tenemos nuestras tradiciones que las estamos perdiendo por esta pijería de pensar que lo americano es mejor. Y ya lo último que celebremos el día de la independencia de Usa, pero no lo hagamos el 12 de Octubre.
Sencillamente creo que esto es de pijos. Yo prefiero las fiestas de los pueblos y ciudades de nuestro país, porque sinceramente a los Usa, nuestras tradiciones le importan un pito, por decirlo fino.
Tanta pijería y tontería me sobra.
Os dejo con el siguiente párrafo de la novela, «Auge y caída de Vekaria, un reino olvidado»
Un saqāliba, mercenario eslavo de la guardia real, era el que había echado el alto, alzando su larga espada en posición de ataque.
–Toda la guardia personal de Abderramán eran mercenarios eslavos –aclaró el anciano monarca de Vekaria–, cosa muy normal entre los musulmanes –añadió.
–Soy Fadir, mayordomo del comendador de los creyentes, déjame pasar –ordenó con un movimiento de la mano.
El eslavo, al reconocer a Fadir, se volvió a pegar a la pared dejando el paso libre. El jadeo se mezclaba con el ruido de los pasos cuando, tras golpear le puerta, penetró en una gran estancia. Sedas de mil colores adornaban las paredes y sobre una gran alfombra persa que cubría casi todo el suelo, una cama adamascada servía de descanso al califa Abderramán III. El sol comenzaba a alcanzar suavemente su lecho cuando Fadir penetró en la estancia.
–Esperad aquí –ordenó al capitán Ben Azán.
–¡Alteza! ¡Alteza! –llamó sin alzar mucho la voz.
Abderramán III se removió entre las sábanas de seda, sin intención de levantarse.
–¡Alteza! ¡Alteza! –insistió, esta vez alzando un poco la voz.
–¿Qué ocurre, Fadir? –se escuchó pronunciar con una voz ronca.
Que os guste.
Deja una respuesta