Hola amigos. Hoy, en el amanecer del nuevo año, os dejo uno de los mejores amaneceres de mi vida. En Septiembre de 2017, a unos cinco mil trescientos metros de altura, el sol me pilló ascendiendo el Kilimanjaro. Aún me quedaban unas tres horas para llegar a la cima, pero aquel momento fue mágico, especial, único, esperanzador y muy feliz. La misma felicidad que os deseo a todos en este recién nacido 2022.
Hasta la próxima.
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