Hola amigos, hoy os dejo la portada de mi nuevo libro “Logronio 1092”, el cual presento mañana 14 de Diciembre, en la librería de Santos Ochoa de Calvo Sotelo en Logroño. La historia siempre es contada por los vencedores, ensalzando sus grandes gestas y olvidándose de los vencidos, asesinados, perseguidos y desplazados, a los que doy voz en este libro. En el año 1092, Rodrigo Díaz de Vivar, alias “El Cid”, al frente de las tropas prestadas por su gran amigo el rey de la taifa de Zaragoza, Áhmed II ibn Yúsuf al-Mustaín, arrasó las tierras de su gran enemigo el conde de Nájera García Ordoñez, unas tierras que son La Rioja actual. Aunque pueda parecer que fue un acto noble y honorable, el único motivo fue la venganza hacia el conde de Nájera y la defensa de sus tierras de Valencia de las que se había autoproclamado Campidoctor Príncipe de Valencia”. Al frente de los Gundis de Zaragoza, cortó todos los árboles frutales de la región, echó sal en sus tierras, quemó aldeas, y asesinó a poblaciones enteras como Alberite y mi querida Logroño. Los hechos son estos, pero yo no considero a Rodrigo Díaz de Vivar, ni malo ni bueno, sino un hombre de su época y un mercenario por obligación. En una época en la que hasta los reyes prestaban sus ejércitos a los propios enemigos a cambio de una cantidad de dinero. Ya sé que esto choca con nuestro subconsciente, en el que El Cid, gracias a los benditos monjes de San Pedro Cardeña, era el héroe, el guardián del honor y la valentía. Pero éste Cid no era real, sino producto de las mentes agradecidas de los monjes de San Pedro Cardeña, los cuales escribieron la primera obra literaria de las letras castellanas, “El cantar del Mío Cid”, pero nunca fueron hechos históricos, a pesar de que durante siglos, los juglares lo fueran cantando por pueblos y aldeas, como hechos verídicos. Repito, Rodrigo Díaz de vivar fue un hombre de su época, ni bueno ni malo.
Hasta la próxima.
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