Hola amigos, hoy os dejo unas fotos de mis libros en la librería del I.E.R. donde podéis ir a hojearlos. Ademas os dejo unas líneas de Las lágrimas de la noche. El Prólogo donde intento explicar cómo surgen las fantasías y las leyendas. En esta página podéis ver mis libros.
Cuentan, que las leyendas se forjan en ciénagas inmundas, alejadas y oscuras de las que se ha adueñado la gris y espesa niebla. Donde la escasa luz sugiere sombras aterradoras de formas inexistentes y el sol no llega nunca a iluminar el burbujeante y hediondo fango que, regurgitado una y otra vez por la propia tierra, bulle, como la imaginación desbordada alrededor de su existencia.
Pero no siempre es así. A veces las leyendas se fraguan en bosques profundos, donde la naturaleza se adueña de todo resquicio, la maleza crece y domina el espacio, impidiendo que ningún humano los huelle. Es entonces cuando la mente humana da rienda suelta a la fantasía incontenida, a la imaginación delirante, dando lugar a la gran pregunta que sólo algunos se atreven a pronunciar en noches de luna llena, en voz baja, susurrante, como con miedo a que alguien la escuche: ¿Qué o quién, vive allí?
Sea lo que sea, siempre será amenazante para nuestra propia existencia. La experiencia tendrá lugar en sitios peligrosos donde se puede perder la vida, y su conjunto será de dudosa posibilidad de supervivencia. Tan poderosos los imaginamos que no se conforman con atemorizar nuestra vida cotidiana, sino que invaden nuestros sueños más profundos que se ven intimidados por los ecos de esa incertidumbre. Los vestimos de un misterio cosido por nuestra ignorancia, bordado por nuestros miedos. Por lo que aquel oscuro enigma influencia nuestras mentes hasta límites insospechados para rehuir esos lugares, envolviéndolos en historias tan improbables como aterradoras, cuando la única verdad es que es nuestra propia ingenuidad, nuestra absoluta ignorancia, lo que nos impide comprender la realidad.
Otros dicen que estas leyendas están basadas en medias verdades, como llaman los optimistas a las medias mentiras, sobre historias transmitidas oralmente, de boca en boca, por alguien que jamás las vivió, que jamás las sufrió. Que lo más cerca que estuvo de experimentarlas fue el escuchar, tras innumerables añadidos y variaciones, a aquel que se atrevió a contarlas. Alguien que se limitó a propagar lo que antes había oído, sin comprobar su verdad, su propia realidad. Que se limitó a aderezar un poco más la historia con algo de su propia creatividad. Así, acicalado tras decenas o cientos de aderezos propios, de creación imaginativa, el relato llega a nuestros oídos. Para terminar, al final es la propia imaginación humana la que acaba revistiendo todo eso, de un manto sobrenatural, de una capa mágica. Sean una cosa u otra, las leyendas han existido, existen y existirán. Siempre habrá alguien que quiera contarlas y alguien que esté dispuesto a escucharlas. El profano dice que por su propia naturaleza, todo esto sólo vive en las mentes enfermas. Y yo me pregunto, ¿o, a lo mejor, no?
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