Hola amigos, esta vez os escribo para ayudaros a pasar éstos días de cuarentena. Todos estamos en casa, y quien más o menos aburrido, aunque es necesario cumplir con las normas. Por eso os voy a poner unas fotos de la primera etapa de mi ascensión al KIlimanjaro para que disfrutéis como yo lo hice. Además voy a poner unos pequeños resúmenes de mis libros por si queréis entreteneros. Espero que os entretengáis. Éste primer resumen, es en el momento que Cintya, acompañada por Tangurks el rey de los duendes, se decide a ir a buscar a su padre.
Resumen de «Las lágrimas de la noche»
–Sí, niña, sí. Vivimos en un equilibrio tan sutil y delicado, que el peso de una pluma según cayera de un lado o de otro podría destruir o salvar el mundo.
–¿Podemos hacer algo? –preguntó Cintya, sorprendida por las palabras que acababa de escuchar.
–Podemos intentarlo. Pero lo que sí te puedo asegurar… –dijo el duende mirando con fijeza a la niña– …es que si no hacemos nada, el bosque de Tangará sucumbirá con todos sus habitantes, incluidos tus vecinos, tu familia, tu aldea – sentenció.
Aquellas palabras dejaron a Cintya pensativa por un momento, pero no tardó mucho en contestar con valentía:
–Yo he venido a salvar a mi padre y estoy dispuesta a hacer todo lo que haga falta para ello. Incluso salvar al bosque de Tangará.
Una amplia sonrisa apareció en el arrugado rostro de Tangursk, que sin dudar exclamó:
–Gracias, no esperaba menos de ti. Pero primero tenemos que prepararnos.
–Pero… –exclamó la niña.
–Pero, ¿qué? –preguntó Tangursk sorprendido.
–Pero…, ¿qué tiene que ver mi padre con todo esto?
–¿Por qué lo preguntas?
–Porque me has hablado de los peligros, de las lágrimas de Aurosk, pero no me has dicho qué tiene que ver mi padre en todo esto.
–Entiendo –dijo Tangursk con pesar–, quería dejarlo para más tarde, pero creo que tienes derecho a saberlo. Tu padre, como has oído antes, está prisionero de Porspick, el augusmit.
–¿Y qué?
–Que quiere servirse de las habilidades de tu padre para destruir Tangará.
Unas lágrimas inocentes comenzaron a resbalar por las mejillas de la niña mientras balbuceaba:
–Mi…, ¿mi padre?
–Desgraciadamente, sí. Pero ahora no debemos perder tiempo. Tiempo, querida niña, es lo que no tenemos.
Cintya no contestó, sólo asintió con la cabeza mientras observaba los movimientos del duende. Tangursk, se dirigió a la cocina, encendió fuego y calentó un poco de agua. Al hervir echó algo que Cintya no supo distinguir. Unos instantes después, le ofreció un vaso con el brebaje.
–No temas. Bébete esto. Yo también lo haré.
–¿Para qué es esto? –preguntó con recelo.
–Tú bebe, es necesario para la empresa que vamos a iniciar. Ya te he dicho que yo también beberé. Como comprenderás, si estuviera envenenado no lo haría, y créeme, lo vamos a necesitar –sentenció.
–También podías haber tomado un antídoto antes –respondió con astucia Cintya.
Tangursk sonrió.
–Creo que nos vamos a llevar bien. Anda, no seas temerosa y bebe. En verdad es necesario para nuestra misión.
Ambos bebieron aquel líquido verde. A pesar de su reticencia por cómo podría saber aquello, su paladar se confortó con un agradable sabor a frambuesas, que no por casualidad era el que más le gustaba. Cintya, temerosa, esperó. Se imaginaba que aquel brebaje sería alguna poción mágica que le haría otra vez más grande, o invisible, o más fuerte, o que podría volar; pero no, nada de eso ocurrió, aunque sólo unos segundos después empezó a notar algo raro en su cuerpo. Se miró expectante por si veía algo raro, pero nada. Cintya no podía ver ningún cambio exterior, pero…, aunque no sabía qué, algo estaba cambiando en su cuerpo.
–¿Qué me has hecho? –preguntó asustada.
–Nada, sólo te he dado a beber la esencia de la naturaleza. Ella te ayudará a comprender, a entender mejor el mundo que te rodea. Notarás que tu vista se agudiza tanto como la del águila. Tu oído será tan fino como el del ratón Graspick, que oye caer una baya a cinco leguas del lugar donde se encuentre. Tu olfato habrá mejorado tanto que podrás oler el aroma del jazmín de tu casa y distinguirlo del de tu vecina, desde el otro lado del bosque de Tangará. Tu fuerza se ha duplicado y tu velocidad se ha quintuplicado. Además podrás escuchar el dulce arrullo del mirlo a sus polluelos. Entender las sabias palabras de Pinka, la cierva, a sus cervatillos. Podrás oír cómo brota la hierba a tus pies. Cómo se rompen las yemas de las ramas de los árboles, para dar paso a las hojas. El dulce gemido de satisfacción del lobezno al ser amamantado. El lamento agonizante del roble seco, la llamada de amor del águila, el susurro del aire entre las hojas. Serás consciente de todo lo que ocurra en el bosque, pero además, podrás entender al zorro y hablar con él, y con el tejón, y los pájaros te entenderán, así como todos los animales del bosque. La naturaleza será una contigo y tú con ella.
Hasta la proxima, y espero que os haya gustado lo poquito de «Las lágrimas de la noche». En unos días os pondré mi segunda etapa y otro poquito más.
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